Claramente había que mandarlo a la mierda, a tomar por el culo, a freír chuchangas. Y es que ese lobo mediocre miserable de mierda no se merecía nada, ni siquiera una muerte digna. Había que cargarse en él, escupirlo, y a patadas arrojarlo al pozo de las heces y de las inmundicias para se ahogue en su propia mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario