*EMBAJADORES
DE #YOSOYTENERIFE*
EXPEDICIÓN #PICOTEIDE12N
LUIS
ADERN ORTOLL más conocido entre los montañeros como Napo es uno de
los grandes documentalistas audiovisuales de Canarias. Con apenas
doce años le regalaron su primera cámara de fotos y, tres años
después, una cámara de cine S8mm. Desde ese momento hasta
hoy, Napo hace hablar a la Naturaleza y, seducido por ella, la
inmortaliza.
Así,
durante más de cuarenta años ha documentado una gran parte de la
historia montañera de Canarias, compaginando la fotografía, los
rodajes de expediciones con la realización de documentales y la
producción de cortometrajes. Siempre acompañado de sus cámaras de
cine, la Bolex de torreta y la Arriflex BLQ de 16mm y su
incombustible Nikon FM.
Cine
y Montaña, Naturaleza y Poesía, Fotografía y Filosofía binomios
que Napo ha sabido conjugar como nadie a través de un paisaje dónde
hay emoción, vida, sacrificio, empecinamiento, aventura… Una
hermosa lección de arte y cultura.
Con
esta sensibilidad, el nuevo Embajador de #YosoyTenerife no solo
aporta una travesía de infinitos rincones y lugares por todo el
planeta, también un testimonio de imágenes, de sonidos y silencios,
de protagonistas cuyo coraje y valentía dejo de ser anónimo ante la
óptica de su cámara…
Napo
será otro de los grandes montañeros integrantes de la expedición
#PicoTeide12N que, el próximo 12 de noviembre, ascenderá a la cima
del Teide para desde allí lanzar junto con otros compañeros de esta
práctica deportiva lanzar un mensaje de concienciación de la
necesidad de cuidar y preservar nuestro patrimonio.
Empezó
su afición a principio de los años 70. Sus primeros reportajes
fueron realizados con las cámaras de Súper 8mm,
relacionados sobre todo con la aventura y el montañismo. Años
llenos de caminatas, escaladas, aventuras, expediciones, filmaciones
y fotografías.
El
Montblanc, los Pirineos, Picos de Europa, Riglos, Montserrat, el
Monte McKinley, el Gasherbrum II y, sobre todo, la expedición
canaria ‘Sudamérica 38’, que durante casi dos años recorrió el
subcontinente americano, y dónde tuvo la oportunidad de ascender a
los picos Simón Bolívar, Cristóbal Colón, Cotopaxi, Chimborazo,
Sajama, Huascarán, Ojos del Salado y Aconcagua, entre otros, jalonan
parte de su extenso historial como montañero.
Durante
cuarenta años ha estado compaginando los rodajes de expediciones con
la realización de documentales en cine de 16mm como Sudamérica la
gran aventura, Canarios en el McKinley, America 93, Aventura en
Marruecos, Canarios en los Gasherbrums...
Reconoce
que la montaña le llevó al cine y el cine ha sido la excusa para
seguir con la montaña. En ella ha encontrado innumerables amigos,
con los que se ha reído y ha llorado, pero con los que ha
compartido, sobre todo, su pasión y amor por la Naturaleza. Napo
entiende la montaña como una filosofía de vida, como una
equilibradora de la existencia, como un escape a esta realidad que,
muchas veces, nos supera. Ha aprendido a amarla, a respetarla, a
hacerle caso, a integrarse en ella. “No somos nada frente a la
naturaleza y sus montañas y, cuando nos olvidamos de esto, siempre
pasa factura”.
De
madre canaria y padre catalán, Napo empezó a caminar con 12 años
y, aunque su primera ruta, de Casa Domingo a la Cruz del Carmen, fue
traumática, con esa edad fue capaz de subir hasta los 3.718 metros
que coronan El Teide. Cuatro años más tarde, con 16 se puso por
primera vez unos crampones para ascender al Mont Blanc con el grupo
de montaña Roger de Flor de la OJE de Tenerife.
Fueron
las montañas de Anaga y Las Cañadas quienes sedujeron a este
explorador de retina inquieta. Muchas veces subía a este último
paraje en auto stop con la inmensa fortuna de compartir trayecto con
los grandes maestros Mario Pérez y Narciso Figueroa que,
generosamente, hacían un alto en el camino para recoger al joven que
tenía el pulgar alzado al borde de la carretera.
Napo
empezó a caminar y ya no paro. Ando por todas las Islas, luego
Pirineos, Picos de Europa, Riglos, Montserrat y empezó a formarse
acudiendo a cursos de montaña y escalada, organizados por la
Federación Tinerfeña de Montañismo. De aquellos tiempos, recuerda
a Alberto Alón corriendo “detrás de nosotros, que nos habíamos
escapado a hacer boulder por nuestra cuenta, una vez acabada la
jornada del curso”. Le tocó aprender y también enseñar y
dirigir.
Fue
monitor de campamentos a la edad de 14 años y tras sacar el título
de director, estuvo 23 años dirigiendo turnos de verano en el Emilio
Fernández Muñoz, el Barranco de la Arena, El Lagar y Arenas Negras.
También obtuvo el titulo de monitor de montaña por la ENME de la
OJE y el de profesor de Técnicas de Rescate por la Dirección
General de Protección Civil, de la mano del montañero Cesar Pérez
de Tudela. Ha Impartido cursos de rescate a las cuadrillas
helitransportadas del ICONA, al grupo de rescate del Gobierno de
Canarias, la Cruz Roja y a efectivos en Perú... A la par, trabajó
para Parques Nacionales y para Medio Ambiente del Gobierno de
Canarias, realizando innumerables documentales de naturaleza y de
divulgación del medio ambiente canario.
A
mediados de la década de los ochenta, participó como montañero y
realizador/cámara, en la expedición Canaria Sudamérica 83, que
durante casi dos años y 19.000 kilómetros, recorrió el América
del Sur al completo, bajando por la costa pacífica hasta Punta
Arenas y subiendo por el Atlántico, a bordo de todoterrenos.
Visitó
Parques Nacionales, estaciones científicas biológicas, localizó a
canarios, algunos nietos de colonos que habían salido de las islas a
principios del XIX para colonizar el sur de Chile, convivió con
tribus y contribuyó a difundir la historia y el paisaje de Canarias.
Napo lo recuerda como un viaje de aventuras extraordinario en el que
“nos pasó casi de todo, nos detuvieron los militares, tuvimos que
afrontar vadeos de ríos imposibles, carreteras embarradas y nevadas,
nos faltaron y fallaron recursos, pasamos, incluso, hasta hambre”.
Pero
todo eso forma parte de la aventura, del espíritu que mueve a
cualquier montañero afrontar la incertidumbre, a buscar en medio de
la nada o del todo, soluciones que ayuden a seguir explorando,
buceando en una Naturaleza que, a veces se muestra generosa, otra
caprichosa e implacable.
Un
año después del regresar del periplo americano, en 1986, Napo viajó
hasta Estados Unidos para dirigirse a la cordillera de Alaska, dónde
ascendió a la montaña más alta de América del Norte, McKinley,
renombrado Denaly, con una altitud de 6.190 metros. Fue la montaña
“donde más frío y miedo he pasado en mi vida” reconoce Napo,
que a la vuelta de esa expedición y en hizo escala en Japón, para
aprovechar y subir al monte Fuji.
Frío,
miedo y superación porque Napo no sabe estarse quieto. A principios
de los 90, organizó un viaje a Marruecos para ascender su pico más
alto, El Toubkal y poco después, en 1993, regresó a Sudamérica
para durante dos meses seguir recorriendo las montañas de Chile,
Bolivia y Argentina, ascendiendo el Aconcagua por segunda vez,
siempre acompañado de sus cámaras de cine y su imparable Nikon FM.
En
2013, Napo también participó en la Expedición Canaria al
Gasherbrum II, un ocho mil de Pakistán, como operador de cámara y
realizador del documental rodado en cine. También ha filmando y
fotografiando el Atlas Central de Marruecos, que visita una vez al
año, con el grupo de montaña Peñalara, del que es socio y miembro
de su GAM.
He
alternado el mundo de los documentales de naturaleza, de viajes y de
expediciones, con la producción de cortometrajes y largometrajes,
participando, sobre todo, como productor y director de fotografía.
Sus compañeros cineastas le preguntan porque es tan duro y
resistente en los rodajes y Napo les contesta “que la montaña me
ha forjado y templado”.
Napo
seguirá recorriendo caminos, nuevos o por los que ya transitó una y
mil veces y siempre lo hará acompañado de su cámara y sus
pensamientos. Jamás se cansará de hacer mirar, de observar, de
hacer fotografías a sus compañeros, a las nubes, a los insectos, a
los paisajes…
Para
Napo, El Teide siempre fue “nuestra montaña mágica, nuestro
tótem. Lo hemos ascendido infinidad de veces, a todas horas, por
todas las caras, durante todas las estaciones, de noche, de día, al
amanecer, al atardecer, nevando, con ventisca, con luna, sin luna,
solos y acompañados. Nos conocemos bien”.
Los tejados son los pies de los cielos.
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