Futuro.

 

Él estaba tranquilo, de pie, recibiendo toda la mágica luz del atardecer. Ella se le acercaba, colina arriba, sonriendo, aunque él no la podía ver debido al contraluz que solo le permitía distinguir su silueta. Llevaba puesta una falda blanca con rayas rojas, una camisa de asillas  y unas sandalias de color violeta. Cuando llegó a su altura, se puso de puntillas y le dio un beso en los labios. Se cogieron de la mano y comenzaron a caminar hacia su futuro, ese que tantas veces se les había escapado. Solo necesitaron de su amor que les acompañó hasta el fin de sus días.