Jugaban a oírse los corazones y a contarse los latidos después de cada beso. Sobre todo de esos que les hacían que les temblaran las piernas.
Jugaban a oírse los corazones y a contarse los latidos después de cada beso. Sobre todo de esos que les hacían que les temblaran las piernas.
Hacía meses que no se veían el hocico
y años que se llevaban en el corazón. Se tenían y eso era lo que los sostenía frente a la vida, a su vida.
Una de las tareas de lobo era la de proteger a lagartija, como ella hacia con él. Ambos se protegían el uno al otro.