Lobo era un tigre de papel mojado. Había releído hacia poco un articulo que le hicieron y sintió vergüenza ajena. Casi todo eran invenciones y suposiciones del autor del texto. Lobo había caminado, eso sí, pero como un insignificante mediocre, que es lo que era. Intentaba tener esto siempre presente pero a veces se olvidaba y levantaba la vista hacia el cielo. La realidad lo hacia descender de inmediato a su miserable existencia, y ya agachado, seguía arrastrándose por él.
A lagartija le encaraba tomar el sol, desparramada sobre la escalera de la huerta, mientras lobo intentaba fotografiarle el alma. Durante esas sesiones apenas se hablaban. Solo utilizaban su código de miradas y sonrisas.
En el fondo de su miserable existencia lobo sabía que no se merecía el perdón. Y que nunca más seria ni recibido ni bien recibido.
Afortunadamente Lagartija tenía bien pillado al miserable lobo de mierda. Ella era muy inteligente como para no darse cuenta de la condición se ese asqueroso personaje. Celebraría su muerte y seguramente al día siguiente y el resto de los días , ya no se acordaría de él .
De que se cuidaban. A su manera. Pero se cuidaban. Con esa energía interna tan poderosa que se dedicaban el uno al otro.