Todo se iba desarrollando según el plan que la vida le había diseñado para él. La caída en la última caminata, a pesar de ser muy aparatosa por las sangre que salía por los cortes en la rodilla, y que parecía no tener consecuencias, las tenía. La pierna y sobre todo la rodilla, se estaban hinchando cada vez más, y esta hacia un ruido bastante desagradable al caminar. Visita al traumatólogo. Rotura de ligamentos, más rotura de menisco, y las profundas heridas habían dejado al miserable lobo incapacitado para caminar, por lo menos durante una larga temporada. A cada cerdo le llega su San Martín.
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