Lobo agradecía que le dijeran las cosas. No quería ni molestar, ni incomodar ,ni importunar, ni acosar, a pesar de que siempre actuaba de de buena fe y sin mala intención . O por lo menos él lo creía así y eso lo tranquilizaba . Por eso no paraba de pedirle perdón al viento aunque no se lo mereciera.
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