Se había clavado una astilla de madera de casi dos centímetros en la pierna y no se había dado cuenta. La herida supuraba bastante. Ejerciendo presión alrededor de ella salía bastante pus por un orificio en la piel. La pierna se estaba hinchando y la piel se iba enrojeciendo. Comenzó a preocuparse y llamo a un amigo enfermero para contarle lo que le pasaba, Félix, que así se llamaba su amigo, le recomendó que se inyectara, con una jeringuilla, agua oxigenada directamente dentro de la herida. Y así lo hizo, Nada más terminar con el proceso, apareció en el pequeño agujero de la herida, lo que parecía un trozo de costra seca. Tiró con las uñas y salió la astilla de madera. En dos días la herida cambió de aspecto y se pudo quedar tranquilo. Había estado casi una semana con ese pedazo de madera clavado en su espinilla.
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