Buenas noches, alisio.
A lobo le gustaba que lagartija se apoyara en su pecho mientras la abrazaba, transmitiéndole su calor e impregnándola con su energía.
De caminar. Juntos. Revueltos. Y, firmemente comprometidos con la vida. Sencillamente.
— le dijo lobo a lagartija —
Me gustaba el café que hacía en su cafetera rosada de dos tazas. Y me gustaba ella. Enterita. Hasta sus andares de lagartija bonita.
Apenas habían comenzado a recorrer su camino. El que el cielo les estaba preparando. Formaban una extraña y bien avenida pareja. Improbable pero cierta. Incluso antes de conocerse ya se intuían. El viento soplo favorable para ellos un once de abril y el agua de la lluvia los bendijo.
De las cosas que tenía claras, en su vida, era que la quería. Y no podía ni imaginarse cuanto.
— pensaba lobo —
Lobo llevaba mucho tiempo, quizás demasiado , sin saber nada de su lagartija. Y esto le provocaba una gran pena en su corazón.