La ambulancia paró en el garaje de un
taller que estaba al lado de la casa del medico. En lo que él
llegaba, Asunción rompió aguas. Un varón, de 59 centímetros y de
3.550 kilos. Nació morado por la falta de oxigeno, el medico lo
cogió por los pies y manteniendolo en alto y boca abajo le dio un
par de ostias, el bebe comenzó a llorar y lo primero que hizo fue
llevarse los puños a la boca y comenzar a chuparlos
desesperadamente. Ya en la clínica, le trajeron a Asunción a su
bebe para que le diera el pecho. Con voz entre asombrada y nerviosa
dijo que ese no era su niño. Y aquí estamos, el hijo genuino de mi padre y
de mi madre y por supuesto del destino.
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