Hacia ya tres semanas que quería
verla para hablar con ella. Lo había intentado, pero no pudo ser.
Con respecto a eso, estaba tranquilo y su conciencia también. El tiempo, a veces se espesa y
se hace esquivo. Quería hablar con ella sobre la mentira, sobre la
verdad, sobre el compromiso, sobre la pena, sobre la melancolía,
sobre el amor, sobre la ternura, sobre la amistad... Pero en el fondo
sabía que no la vería mas, Luisa le había escrito un correo donde lo zanjaba todo. Cómo se pueden escurrir los sentimientos entre los
dedos aunque los corazones permanezcan impregnados; cómo a veces y sin quererlo ni desearlo los malentendidos campan a sus anchas y empantanan los caminos de los corazones. Y es por eso quería
hablar con ella, para poder despedirse, mirándola a los ojos y en
paz, esa paz que da el hablarlo todo, y donde se pueda manifestar la pureza de los sentires. Nunca hubo ninguna intención, ni buena ni mala, solo hubo
un momento mágico que se rompió.Al fin y al cabo, él tenía lo que se merecía, ni mas ni menos.
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