Ya la había acompañado al aeropuerto
otras veces, pero esta vez fue distinto.
En vez de dejarla en el en la zona
habilitada para que los pasajeros se bajaran rápidamente de los
vehículos y desde la que se despedían
con premura, esta vez aparco en los estacionamientos de pago.
Facturó su maleta y se fueron a
tomar un café rápido, quedaba tiempo y era casi un ritual para
ellos.
Al despedirse , antes de que ella entrara al control de seguridad, y cuando se iban a dar los reglamentarios
besos en la mejilla, y sin saber el cómo, en un movimiento casi
reflejo, se juntaron sus labios , apenas fue un roce, pero que hizo
que por milésimas de segundo desapareciera todo lo que no fueran
ellos, y hasta que les temblaron las piernas. Durante el vuelo, ella
durmió profundamente, tenía la certeza de que nunca más lo volvería a ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario